RESUMEN:
El llamado “evangelio de la prosperidad” es una distorsión grave de la enseñanza bíblica, que tiende a crear seguidores que desean llenar su vientre antes que su corazón, y que en muchos casos al resultar desengañados se tornan rebeldes al auténtico Evangelio.
La posición bíblica con respecto a los bienes materiales fue establecida con exactitud en las siguientes palabras inspiradas por el Espíritu Santo, escritas por un santo del Antiguo Pacto: “Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes de que muera: Vanidad y mentira aparta de mí, y no me des pobrezas ni riquezas, sino susténtame con el pan necesario; no sea que, una vez saciado, te niegue y diga: «¿Quién es Jehová?», o que, siendo pobre, robey blasfeme contra el nombre de mi Dios.”(Proverbios 30:7-9).
¡Dios es bueno! Santiago declara: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Stgo.1:17) Él suple las necesidades de sus hijos (Fil 4:19) Se compromete a recompensar con bendiciones celestiales a los que son fieles en cumplir sus obligaciones materiales (Mal. 3:10) Existe una intención divina de enriquecer espiritualmente a los suyos: “...¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? (Stgo. 2:5) Esta actitud divina ha sido mal interpretada por los promotores del evangelio de prosperidad. El resultado de estas desviaciones han impactado a la iglesia en forma más desfavorable que positiva. Al finalizar este sencillo análisis de los impactos de esta doctrina en las congregaciones, he llegado a las siguientes conclusiones:
1. Las exigencias que demanda el someterse al actual medio evangelístico, apoyado con los modernos medios de comunicación, han provocado una gran presión económica sobre la iglesia contemporánea.
2. Para sostener la validez de sus prácticas y métodos, el evangelio de prosperidad recurre al abuso del testimonio.
3. En términos prácticos, el evangelio de la prosperidad soluciona el problema del sufrimiento, resucitando la absurda tesis que lo presenta como consecuencia del pecado.
4. Si el evangelio de prosperidad logra mantenerse, la estructura actual de la iglesia evangélica podría deteriorarse.
NOMBRE: Jose Luis Taquila Sirpa